García Martínez – 11 mayo 1993
Si, como dicen, las corrupciones nacen de la financiación irregular de los partidos -y de las humanas apetencias, añado yo-, tenemos la solución a mano. En esta precampaña se ha demostrado: que los políticos aceptan debatir entre ellos y que aún quedan muchas personas capaces de soportar los debates. (Incluso a altas horas de la madrugada). Lo que estamos viviendo estas semanas es en realidad una campaña que podría prolongarse, con las mismas formas, hasta el día anterior al de la reflexión
No harían falta ni carteles, ni folletos, ni propagandas pagadas.
Bastaría con seguir debatiendo, y debatiendo, y debatiendo, tal como se hace ahora mismo. El ahorro podría alcanzar proporciones enormes. Hasta puede que, con un poco de vista, les saliera gratis la cosa. Con los debates, ya digo, complacemos al aficionado. Y no editando carteles, ni folletos, ni más papelotes, hacemos un favor a la gente -bastante, ¿eh?- que se siente agobiada por todo eso.
El sistema que modestamente propongo supone, además de no gastar un duro y evitar así las corruptelas, rebajar la abstención.
Y esto último porque todos aquellos que se cabrean por la machacona propagada electoral que se les viene encima, dejarán de abstenerse e irán gustosos a votar. Se trata, en fin, de cumplirla norma democrática que dice: “A nadie se le imponga nada por la fuerza y practique la buena gente su libre albedrío”.