García Martínez – 20 mayo 1993
Me entero -pues uno acaba enterándose de casi todo -que en los, carteles electorales nos van a poner un Felipe sin ojeras, pero con una canosidad en las sienes que va más allá de la realidad. De donde se infiere que los ideólogos del PSOE -Ludolfo Paramio y similares- considerandos clases de madurez: la mala, que consiste en tener ojeras talque cortinones, y la buena, que muestra nieve por encima de las orejas.
Ya que estamos en la cuestión, estudiemos la un poco a fondo. ¿Por qué se supone que el ojeroso ha de estar peor visto que el canoso? Es posible que, realizadas las encuestas -estos tíos lo reducen todo a encuesta-, hayan llegado a la conclusión de que eso es lo que piensa el común. En tal caso, uno debe de ser la excepción. A ‘mí me parece que unas hermosas ojera sin llegar a pisárselas) le conceden al rostro una dignidad muy considerable. Las sienes plateadas, sin embargo, nos llevan a pensar en playboys, chulos de putas -con perdón- y fauna así. Esto no significa, entiéndaseme bien, que todos los ojerosos sean estupendos y todos los canosos deplorables.
Yo defiendo -y quizás sea cosa de la edad- que la ojera como la arruga, es bella. La ojera es el resultado del trabajo tanto que las canas son hijas del tiempo, Servidor hubiese botado con gusto a un Felipe ojeroso.
Pero, tal como lo presentan en carteles, me tienen hecho un lío.