García Martínez – 16 junio 1993
Felipe Gónzalez no ha querido desvelar ante la ejecutiva federal sus planes de pacto o concierto para gobernar con otras fuerzas políticas. A eso se le llama conocer el percal o saber con quien se juega uno los cuartos. Ni siquiera en situaciones de normalidad se debe hablar mas de la cuenta en el seno de los partidos. Y ello porque cualquier cosa que digas puede ser utilizada contra ti. Los partidos-con sus rencillas, prejuicios y juego de interés personales-son un cruento campo de batalla. Eso cuando no ocurra nada anómalo. Imagínese usted en qué se convierte esa batalla si-como es el caso del PSOE- las aguas interiores andan tan revueltas.
De forma que Felipe comunicó a la concurrencia que él haría lo que tuviera que hacer. Y la concurrencia, no pudiendo hacer nada mejor, asintió. Ha sido una decisión prudente, aunque no muy democrática.
El cronista ha tenido ocasión de observar, para pasmarse, que los miembros de un mismo partido se llevan entre si mucho peor que con los militantes de otros de otros grupos políticos. Debe ser el ley de vida. La cercanía y el roce cotidiano hacen chirriar la maquina. Los odios mas furibundos, las fobias mas enconadas se manifiestan entre los de la misma familia. De ahí nace el dicho “No me quieras tanto” con el que se responde a la hipocresía de darse un abrazo en publico a sabiendas de que, en privado, habrá navajazos.