García Martínez – 28 junio 1993
No nos falles, indu
El jueves creo que fue nos puso el alma en vilo, el indu. Nada, que le entro la pájara de pronto, en una etapa norteña que se suponía chupada. Dejó a medio país- ¿Qué digo medio?-pasmado. Porque uno, usted o yo, en su debilidad, pues puede fallar. Nosotros no somos nadie al lado de los superhombres, sean de la bicicleta o del balón. Un fallo nuestro, ¿a quien le importa? Pero si se nos esfurria el líder, ¿Qué será de nosotros?, ¿Qué de nuestros sueños?, ¿Qué de nuestras ilusiones?
-Le he salido a usted muy bien esto de lo qués, señor escribidor.
-Se lo agradezco mucho, hombre. Lo que no se cobra en dinero, bueno es cobrarlo es vanidad.
Ese día que digo, los editoriales deportivos se vistieron de luto. ¿Qué le ha ocurrido a Indurain? El habia comentado que la carrera esa de los Valles Mineros le suponía mero entreteniemto.
Pero, coñe, es que en unas horas paso del liderazgo al diecesiete o asi.
Sobre todo después de las elecciones, el país no está para esta clase de sustos. ¡Bastante tenemos ya con lo de puyol! Nosotros, los mortales de categoría inferior, vivimos del carisma de los grandes. Son nuestra referencia. Lo que nos hubiera gustado ser.
Y lo que, a veces, nos creemos que somos cuando nos metemos, durante el sueño, en la piel del vencedor. Por eso no puede fallarnos Indu.