García Martinez
Llevamos todos varios meses especulando, en el buen sentido, acerca de si el llamado Bundesbank bajaría o no los intereses. Todas las noches, cuando me iba a la cama, los chiquillos me preguntaban angustiados: >. Y yo les respondía, pasándoles la mano por la cabeza: >. Ellos se acostaban ya mas relajados, pero no mucho, la verdad.
Ahora, de la noche a la mañana, sin previo aviso, el Bundesbank reduce por fin el precio del dinero. Los chiquillos han desayunado con la excepción clavada en la mantequilla. >, se preguntaban entre ellos. No sabían si podrían ir al cole, como cada mañana. O iba a pasar lo mismo que cuando nevó: que fue preciso llevarlos en coche y con cadenas. El más pequeño no se enteraba de nada, por pequeño, pero intuía y lloraba. Yo mismo andaba con la mosca detrás de la oreja.
Dije: >. La calle estaba, a esas horas, como suele. No detectamos nada anormal. Compré el periódico y me costó lo mismo que el día anterior. Tampoco la gente transportaba una cara distinta de la habitual. A los chiquillos se les veía aún más sorprendidos que a mí. Me acordé de mi abuelo. El hombre que era sabio, solía decirme que, pase lo que pase, nunca pasa nada.