García Martinez
Hay una canción muy mona, titulada Cuando llegue septiembre. También hay una fecha, preciosa, que se llama Cinco de septiembre. Trate o no de impedirlo el tiempo, y sin pedir permiso a la autoridad ese día –cuando la Santa Madre Iglesia celebra la festividad de San Rómulo- empezará la liga de Futbol. Desde que acabó la edición del 92-93, hemos estado los aficionados con el alma en vilo. Es muy cierto que la liga no falla nunca. Pero no se puede evitar que a uno le ronde por dentro el tole-tole de la terrible duda. “¿Y si este año no la hubiera?´´, nos preguntamos con angustia.
Por fin se ha despejado la incógnita. El cinco de septiembre, la vida merecerá otra vez ser vivida. Iremos al estadio, veremos el césped, daremos un cuarto, nuestra tía lo oirá. Compraremos del que nadie lo sepa: chochos y garbanzos para la merienda.
-Y pipas.
-Eso.
Tibias tardes de otoño, llenas del sol de Madrid: ¡ay!. 1800, que lejos estás de aquí. Y el puro. Un purito para el futbol, oiga. Que a mí me gusta, por la mañana, después del café bebido, pasearme por La Habana con un cigarro encendido. Porque mire usted lo que le digo: se vive solamente una vez, es imposible volver a vivir, si te haces socio del fútbol, tendrás la quimera de estar en Primeeeeaaaa… Y así sucesivamente, sin solución de continuidad.