García Martínez – 22 septiembre 1993
Lo de Floro es lo más importante que está pasando en España. Un suceso nacional. Y si me apuran, internacional. Comparado con lo de Floro, lo de Maastricht es pura filfa.
Aunque Rucalbaba, o Rubalaca, o como se llame el ministro de la Presidencia, no se atreva a admitirlo, mis confidentes aseguran que, en el Consejo de Ministros dedica a comentar lo de Floro.
Algún lector lector intransigente -aun cuando esta sección suelen leerla nada más que los transigentes- me dirá que exagero. Pero no. Lo que ocurre es que los humanos otorgamos a las vulgares incidencias de cada día esa solemnidad que necesitan para hacerse prestigiosas. Decimos Consejo de Ministros y ponemos la boca hueca y la voz engolada. ¡Por Dios!
El Consejo no es sino una tertulia en la que se tratan temas que supuestamente interesan a los ciudadanos. ¿Por qué no se han de referir allí a Floro, si se refieren a las almorranas que, en un momento dado, se le emponderan a un miembro del Gabinete?
Floro se encuentra ahora mismo en la cúspide de los protagonismos posibles. Cuando todo presagiaba lo peor, Mendoza lo ha confirmado en el cargo. (Aunque esta clase de confirmaciones ya sabe usted que dan miedo). Floro, agradecido, responde que el Madrid ganará la Liga, la Copa y la Recopa. O sea, la repanocha. También se comenta que podría ficharlo el Real Murcia o el Hércules.
O volver al Alba. No sé.