García Martínez – 30 septiembre 1993
El señor Múgica es un viejo socialista. Se supone que algo debe de saber de las cosas del PSOE. Creo recordar que fue ministro y todo. Es que ahora, como los echan del Gobierno tan pronto, uno se olvida de ellos en cuanto pasan tres días.
En la época de Franco, los ministros duraban un montón. Los chiquillos de la escuela recitábamos la lista como si fuera la de los reyes godos. Los ministros de hoy son estrellas fugaces, flores de un día y como muchos llevan barba, la confusión es mayor.
El señor Múgica es un socialista de peso, dicho sea con devoción, según recomienda el catecismo. ¿Y saben lo que ha manifestado? Pues que no entiende qué significa eso del cambio del cambio. De modo que ya somos dos: el señor Múgica y servidor. Uno se inclina a creer que lo del cambio del cambio no lo entiende nadie, ni siquiera el que lo inventó, pero todos nos hemos callado. Unos, los políticos, incluido Felipe, por interés. Otros, la mayoría de la población, por desinterés.
El cambio del cambio, ¿significa que cambia lo que ya cambió o que cambia lo que, a pesar de las promesas, no llegó a cambiar? Porque, si no hubo cambio primero, ¿sobre qué cambio actuará el cambio segundo? Y si tuvo lugar el primer cambio, y ese cambio nos llevaba al ideal, ¿a qué viene un segundo cambio? El tema es tan complejo que ni Ludolfo Paramio, el ideólogo, se ha atrevido a meterle mano.