García Martínez – 5 octubre 1993
Lo malo es que al final se acaba echando mano de la escopeta. Llegado el momento, la hora de la verdad tal, incluso el mas pacifista no sabe resistirse a la tentación de ganar el encuentro a base de pescozones. Ahí tenemos a Rusia. Todo muy democrático- dentro de lo que cabe, claro-, la Presidencia, el Parlamento….
Pero, a lo ultimo, ¿Quién gana?. Pues el que mas y mejores escopetas tiene.
Es verdad que la legitimidad democrática de los parlamentarios y la del propio Yeltsin de los parlamentarios vienen un tantico viciadas desde el origen. Pues ni los unos ni los otros son demasiado representativas. Se conoce que a una democracia que empieza, tal que la rusa, tampoco se le pueden pedir peras. Con que sea capaz de dar coca-cola y Michael Jackson ya es bastante. Las civilizaciones se van superponiendo, o solapando, en el tiempo. Y se supone que la posterior es mejor (más noble, más limpia, más culta) que la anterior. Puede que sea así, tal como sostienen los manuales de historia. Pero eso no quita para que todavía- ¿y por unos cuantos siglos?- siga llevándose el gato al agua aquel que tenga mano mas grande.
Estamos a finales del segundo milenio. Y, con todo y con eso, en Rusia ha ganado esta primera batalla el mas fuerte. No tanto con la fuerza de la razón, eso como con la fuerza.
Todo lo cual se resume en que la escopeta es la escopeta… y el que seria que lo pague.