García Martínez – 12 octubre 1993
El bakalao esta ahí. Es algo con lo que hay que contar. Nos guste o no. Aun cuando no lo invitemos, el bakalado se cuela en nuestra casa. Los niños practican bakalao con o sin permiso de los padres. De pronto aparece el bakalao como una realidad existencial, salada y olorosa. Yo no lo se si lo ha traído Clinton
La pregunta que debemos hacernos es: ¿conviene considerar al bakalao cosa trascendente? Digo benéfica, perjudicial o abyecta. El bakalao como materia de estudio de los filósofos modernos. ¿o se trata solo de una temática para que cualquier día escriba su articulo, si es que no lo ha escrito ya, Francisco umbral?. Interesa saber que actitud han de tomar los cristianos ante el bakalao. Concretando más: conviene que alguien autorizado nos diga como han de actuar los adultos, cada vez que el niño , con solo 6 años, se arranca por bakalao. Así canta la criatura: “La cabra, la cabra, la puta de la cabra; la madre que la parió” Finalmente, consigues manejar al pequeño. Lo persuades, bien con hermosas palabras, bien a pescozón limpio. Ya te parece que lo tienes dominado, pero no: la cabra, la cabra, la puta de la cabra…”insiste.
¿Qué podemos hacer? Acaba de salir una encíclica nueva. La universidad se abre al recién nacido curso en todo su esplendor. Pero, ¿Qué hacemos con la cabra, y con el bakalao, y sobre todo con el niño?.