García Martínez – 21 octubre 1993
La grandeza del Dios, sin embargo menor, que es Fellini se manifiesta cenital en ese peliculon que se llama “ amarcord”. Derroche inusitado de sensibilidad tocante a costumbres y paisajes. “Amarcord” es la obra global. Suma y también resumen de millones de vidas que, por eso, representan la vida.
No somos pocos los que, si tuviésemos que llevarnos al otro mundo una película para no aburrirnos los domingos, nos llevaríamos “Amarcord”. Y si acaso algunos ángeles, o santos, o hasta el mismo dios nos preguntan sobre como es el hombre respirando en el mundo, entonces habría que sentarlo, a quien fuera, en la butaca de al lado, darle palomitas de maíz e invitarlo a ver “Amarcord”
-¿Incluidas las imágenes de la señora de las tetas gordas?
-¡Claro! ¿Qué importancia tienen, en el cielo, unas tetas gordas?
Me pregunto cómo puedo este Federico de italia, pequeño dios, pero humano por gordo, agenciar tanta recóndita armonía en cosa tan frágil como unos metros de celuloide. ¿No sera esta dividido cinta aquella tenia (o solitaria) artísticas que, desde recién nacido,comía de lo mismo que el comería, allí dentro, y que habría que estallar, en la madurez del genio, a través de una defecación de fuegos artificiales, mientras que, junto a la playa, alguien tocaba una tarantela?
No me extraña nada