García Martínez – 28 octubre 1993
Me dije: “De un tiempo a esta parte, las carreteras del Reino se han llenado de ambulancias. ¿acaso estamos todos malos?” Después vi que no eran tales, sino tractores, palas, apisonadoras… ¡Qué follón! Por la noche, cuando toda esa maquinaria vuelve a las cocheras de dormir, parece que se hubieran caído las estrellas del cielo. Y que anduviesen de un lado para otro, desconcertadas, sin saber donde guarecerse.
Supongo que saben lo que hacen. Me refiero a las autoridades de la cosa del trafico y aledaños. Si ellas piensan que el tractor -por lento- debe adornarse con igual lampara guiñosa que la ambulancia-por veloz-, sus razones tendrán. Seguro que lo han copiado de algún otro país donde sin duda son mas listos que nosotros. Imagino que tanto farol de luz intermitente vale una pasta. Digamos que es una pasión. Dios me libre de señalar a nadie. Lo que ocurre es que, en estos tiempos de corrupción que estamos viviendo, quien mas o quien menos, a la vista del gastazo y de la obligatoriedad del uso, exclama: ¿Quién se estará llevando la comisión?”. Ya digo que no tengo prueba ninguna de que algún espabilado este haciendo su agosto. Pero, claro, la gente- escamada como está-no puede dejar de formularse la pregunta.
Es lo que tiene de malo aburrir al país con sinvergonzonerias. Que, al final, todos los dedos se nos hacen huéspedes y pueden pagar justos por pecadores.