García Martínez – 30 octubre 1993
La trilateral nos ha dado una acojonante pasada por los dinosaurios. Salen ya hasta en la sopa. Y como, encima, les encanta chapotear en el caldo, nos ponen la camisa perdida de fideos. Pero digo que de poco aprovecha la agobiante presencia dinosaurial, si resulta que lo ignoramos casi todo sobre la vida y milagros de estos animalejos. No se si la película será lo bastante ilustrativa.
Aunque poco importa que lo sea, pues no esta recomendada para menores de treces años, que no son precisamente quienes mas interés muestran por el tema jurásico. Los niños piensan que los dinosaurios no hacen pis. Al menos los niños con los que el cronista ha tenido la ocasión de hablar. Uno, sin embargo, cree a pies juntillas que todos los animales mean. Pues si no, ¿por dónde les sale lo que se bebe? Dejo aparte a los insectos, porque en ese ámbito no se mueve servidor con soltura. Pero animales grandes -y más aún tan grandes como los dinos-, ¿no han de orinar como cualquier cristiano? Si usted me pregunta que por donde, me dejara con la boca abierta. No sabré contestarle, lo reconozco. Pero mear, mean, digan lo que digan los críos.
Quizás se debería haber aprovechado este empeño trilateral por vendernos Jurasico para enseñar zoología a los pequeños. Pero se han limitado a confeccionar unos dinosaurios, de trapo o de plástico, que carecen de lo imprescindible para cambiarle el agua al canario.