García Martinez – 14 noviembre 1993
El impulso decromático, digo demotacrico, digo decotrámico… ¡Joder, de tanto no practicar, ya no me sale! Quiero escribir el impulso democrático. Ahora sí. ¿Qué es eso del impulso democrático que propone Felipe? Debe de ser que, no siendo tan democráticos como al principio, tenemos que hacernos demócratas otra vez.
-Entonces, ¿lo que llevamos hasta ahora no vale?
Sí que vale, pero relativamente. De todas maneras convendría matizar siquiera una miaja. Se le ocurre a Felipe, de pronto, que es preciso un impulso democrático. ¿Por qué? Obvio: porque somos poco demócratas. Bien. Pero, ¿quiénes? Principalmente, los políticos, ya que, tocante a los pobres bases, que son las paganas, usted me dirá. Son ellos, los de arriba, que tanto hablaron de ética y libertad, quienes defraudan… en todos los sentidos y parcelas. Y son ellos, por lo tanto, quienes deben aplicarse el cuento. Menos decirlo en los periódicos, menos publicidades y, a la chita callando, sean ustedes más demócratas. El espíritu democrático se demuestra practicándolo. Y uno comprende que cuesta trabajo, al tratarse -¿estás en lo que es?- de una convención racionalizadora de las actitudes.
Servidor coincide con Felipe en que los políticos españoles están desdemocratizados. Me pregunto, con escepticismo, quién los democratizará.
Y concluyo que aquel que los democratice- ¿estás en lo que es?-, gran democratizador será.