García Martinez – 19 noviembre 1993
AL cabo de no mucho tiempo, la perola de los políticos en el poder se trastorna. Dejan de pensar como usted y como yo. Se mueven en un ámbito lleno de fantasmas, prejuicios y muy particulares maneras de ver el mundo. Hablas con uno de ellos y –aunque sea el mismo idioma- adviertes que, en su caso, las palabras tienen un significado distinto.
-Y todo este rollo macabeo, ¿a cuento de qué?
Pues a cuento –como no podía ser menos- del partido famoso. Poco después del choque compareció el Butanito en Antena 3. Llevaba puesto el traje de los domingos. Y explicó que el presidente del Gobierno había renunciado a felicitar a la Selección a través de las cámaras, por si alguien pensaba que quería servirse políticamente del evento. Aznar, en cambio, aceptó. A mí me parece que Felipe se la coge –y ustedes perdonen- con papel de fumar. Lo natural es salir unos segundos en la tele, felicitar a los chicos y adiós, muy buenas. Pues, si una cosa es natural, ya pueden venir luego los que se oponen diciendo misa, que no hay tu tía.
Los Reyes mandaron un telegrama. Muy bien. Aznar dio el bigote en pantalla. Muy bien. Mientras tanto, el presidente de Gobierno, válgame Dios, huyendo de los focos, no vaya a ser que alguno imagine que pretende sacar tajada.
Como si no llevan media vida, el hombre, sopando pan diariamente en las televisiones que llaman públicas.