García Martinez –13 diciembre 1993
Lamentaba servidor en otro momento que los socialistas hubieran dejado de prestarle atención (o sea, ayuda) al fútbol. Y que, a cambio, beneficiaran el baloncesto. Se conoce que, como el fútbol gozó de tanto favor cuando Franco, pensaron ellos que, solo por diferenciarse, tendrían que hacernos pasar por el aro de la canasta.
Ahora se que ha esfumado la sociedad del bienestar, tornamos los españoles adonde solíamos, cuando la limosna no se arrojaba, sino que -besada-se daba en la mano. Raro es el día de la semana que no nos andan retransmitiendo un partido de fútbol. Nacional o extranjero, lo mismo da. Sobre todo desde que la propia competición española está llena de gente de fuera. (Gente de color, que se decía, tanto si hablamos de negro como de pálido-bacalado). Teniendo en cuenta que, si no hay harina, todo es mohina- y justamente para que no haya demasiada de esta- ha de primar hoy el fútbol, como ya primara antaño.
¿De qué mejor manera perderá uno la mala costumbre de salir y comprar, salir y comprar? Quedándose en casa, frente al encuentro de turno. Así fue cuando el plan de estabilización de Ullastre; así sea con motivo del plan de este ministro de ahora, que no me acuerdo nunca como se llama. ¡y eso que es de aquí, de Pinoso! Y otra cosa más: al fútbol habrá que llamar- se como se le llamaba en los cincuenta, o sea, jurbol.
Pan (poco) y jurbol.