García Martinez –26 diciembre 1993
Hoy por ser domingo, y por estar a sólo cuarenta y ocho horas del Día de los Inocentes, es fecha más que apropiada para reflexionar sobre el particular. No siendo otro este que digo que las declaraciones recientísimas de Felipe González, en las que pide a los parados que “se hagan protagonistas de su propio destino”. Tremendo. Lo primero que uno se pregunta es: ¿cómo podrán no ser los parados protagonistas de su propio destino?. A la fuerza habrán de serlo, ¿no? El destino de un parado es la depresión-desesperación. Y nadie ha de impedir –ni siquiera Luis del Olmo- que el parado sea cabecera del cartel de ese tan negro sino.
A Felipecada vez se le entiende menos. Lo que pasa es que quienes aún tenemos la cortesía de oírlo (que no es lo mismo que escucharlo) nos hemos acostumbrado ya a la musiquilla, y con ella vamos tirando. Claro que, en cuanto que te fijas, te dices: “Pero, coñe, este hombre desvaria”. Y no es que la gente tenga la andorga llena de turrón y nueces. Es que no se le entiende -¿estás en lo que es?- aquí el jefe. A no ser que se esté refiriendo a que el parado sea protagonista de su propio destino, pero en lo universal. Eso sí que estaría ya más a tono con lo que se empieza a llevar, principalmente en Italia y Alemania, tal que antaño. Montañas Nevadas y eso.
Pero, vamos, tratándose de Felipe, me cuesta muchísimo trabajo suponer que es por ahí por donde van sus tiros.