García Martínez -25 enero 1994
Lo primero que debe dejar sentado el cronista es su predilección por la Schiffer. Y su solidaridad con ella –pues que otra cosa no- por esas dificultades que ahora tiene con los musulmanes. No me explayaré en lo que todo el mundo sabe. Diré solo que a esta chica le han dado un susto de muerte por lucir en el vestido unas estrofas de Corán. Sin embargo, las folklóricas españolas se cuelgan del cuello cruces y medallas de oro, y los curas las contemplan con mucha satisfacción. Lo digo para que se vea que no todos somos iguales.
Otra observación que quisiera hacer en esta mañana de martes es la que afecta a los parecidos. ¿A quién se parece Claudia Schiffer? Si la miramos atentamente –que es como hay que mirarla siempre- no me podrán negar que, sobre todo en la parte de la boca, la da un aire a Bertín Osborne. En los demás ya no. Pero ahí donde digo son muy, muy igualitos. Lo cual ni quita ni pone, pero ha de quedar de manifiesto por lo que se deduce. A saber: que los hombres gustan a las mujeres por casi lo mismo que las mujeres gustan a los hombres. Independientemente de la diferencia de sexo, claro. Que ese sería otro cantar. Acerca de semejanzas de esta especie, ya divulgué una vez en rigurosa exclusiva, lo mucho que se parecen Julia Otero y el futbolista Julio Salinas.
Y eso –que no más- viene a ser todo lo que quería decirle hoy. Mañana, Dios proveerá.