García Martínez – 18 febrero 1994
Quienes mejor ejemplo deberían dar son los que más suelen defraudar. Dicho refrán de mi invención (¡puaf!) resume lo que está ocurriendo en este curioso (y no precisamente por limpio) país nuestro. Que no sólo la hacen sucia y son autores de diversas maldades aquellos a quienes suponemos sucios y malos. También los que van por ahí pregonando moral y moralina han de incluirse en esa tropa a la que se refería el ilustre. Hablo de los sindicatos y de los partidos políticos.
En el caso, lamentable y famoso, de la cooperativa de viviendas PSV, la UGT se reservó para ella ochocientas mil pesetas por piso… en concepto de remuneración por algo así como aportar las siglas. O sea, que la presencia del sindicato en la cosa le daba enorme prestigio a la misma cosa. Y eso, amigo, hay que pagarlo. Tenemos luego que el PP ocultó en 1989 una deuda de 126 millones de pesetas con varios blancos. Y se olvidó de abonar intereses y amortizaciones de préstamos bancarios por valor de 290 millones. Los socialistas de Cataluña practicaron el bonito juego de mover doce millones fantasmas que no se sabe cómo entraron ni adónde han ido a parar. El PNV camufló la existencia de diversas cuentas corrientes y de varios créditos. Izquierda Unida -¡vaya, también con ellos!- hizo lo mismo con 50 kilos que le concedió Banesto…
Si así actúan los ejemplificadores, ¿qué cabe de esperar de usted y de mí?