García Martínez – 24 abril 2003
camarada Cayetano, coordinador general de la IU murciana, ¿qué dirás que propone? Ni más ni menos que un regreso a la utopía. Dice que habría que castigar a los políticos que no cumplan las promesas hechas durante la campaña electoral.
—Hombre. Bien mirado, eso ya existe. Basta con no votar en los siguientes comicios a los incumplidores.
Sí, pero Cayetano circula por otros derroteros: lo que él pretende es que al político mentiroso se le dé caña hasta por la vía penal. En un palabra: engañar al ciudadano desde los mítines sería un delito contra la sociedad.
—¡Utopía, utopía!
Eso mismo creo yo, ya le digo. Sobre el papel, la pretensión es loable. ¿Pero quién le pone el cascabel al gato? Cuando un político prometa que asfaltará una calle y, pasado un tiempo, la calle siga igual, ¿irá el payo a la cárcel? Y si el incumplimiento es todavía de mayor entidad, ¿le cortaremos la cabeza, para exponerla en la plaza de Santo Domingo como se hacía antiguamente con los bandidos? Esta es la cosa.
Lo utópico, ya lo creo, es bonito. El anarquismo, el acratismo, incluso el comunismo bien llevado, todo eso es delicia de idealistas. Pero el problema radica en pasar de la ilusión a la realidad.
—La realidad es que es muy puta.
Si esto que defiende Cayetano pudiera llevarse a cabo, la clase política quedaría rápidamente diezmada. Pasado no mucho tiempo de la aplicación de esos códigos nuevos, tendrías que salir con un candil, como Diógenes, a buscar políticos por la Trapería, pues la mayor parte de ellos estarían en Sangonera (léase en prisión) y, en los casos más ostentóreos, fusilados al amanecer.
—Quede claro que este cumplir o no cumplir no tiene nada que ver con el otro cumplir, o sea el cumplir en casa, cada uno con su santa.
Eso es obvio, señor mío. ¿Cómo va a usted a meter en chirona a quien no cumpla con su señora? No saquemos las cosas de quicio, por favor. Los tiros del camarada Cayetano no van por ahí. Dicho en dos palabras y para que todo el mundo lo entienda: si un político llega y dice que hará esto y lo otro, pero luego no lo hace…
—Pues se le dan dos ostias.
Tampoco es eso. En fin, está visto que hoy no quiere entenderme el lector.