García Martínez – 23 enero 2004
En su día, hace ya mucho, estuvo por aquí Bono. Y comió, el hombre. Los políticos comerán más o comerán menos, pero siempre comen. Debo señalar que no le gustaron los higos de pala, los cuales dijo no conocer hasta la fecha. Yo no me lo creí, mire usted. Un individuo de La Mancha que no haya visto una palera con sus higos en lo alto, y que no haya preguntado, siquiera por curiosidad sana, es que no me lo imagino.
Al dicho Bono, que da muy buen trato, le pregunté si habían pensado convertir en autovía o autopista la carreterra que, de toda la vida de Dios, nos llevaba a Madrid a los de Murcia. Y respondió que no, pues ese viejo camino tan netamente manchego se iba a quedar en mera carretera local.
Pero no. A lo que se ve y se proyecta, habrá una autopista, tal como publicaban ayer los papeles. Y, aunque sea de pago, seguro que la usará un montón de murcianos.
A mí me va esa vieja ruta, desde la Roda hasta Ocaña. Caminico de molinos de viento, perdices, vinos y quesos. En la ruta valenciana también hay cosas de comer, pero tienen otro gusto. Menos rural. Y, luego, la parada en el restaurante Las Rejas de las Pedroñeras, donde los ajos. O en el mismo Aranjuez, en La Rana Verde, que te dan alubias con faisán, mientras discurre el Tajo.
También se agradece pasar por la Mota de Cuervo para el quesico en aceite. Y por la tan histórica Ocaña donde, si no llevas mucha prisa, te puedes detener y hacer el mercado. En aquel tiempo, tan lejano ya, pusieron una cafetería modernísima, servida por pálidas señoritas manchegas, en la gasolinera de Corral de Almaguer. Enfrente quedaba el restaurante de El Murciano, con potajes inmejorables. Atizándome uno supe que se había muerto De Gaulle.
También sigue allí el lugar donde me estrellé con el coche y, por la violencia del trastrazo, se me bajó el telón de la retina. Me lo subió luego un doctor que le dicen Antonio y es de Alcira. Y, nada, ya pueden venir choques.
Lo veo, este que lleva por Ocaña, un camino mucho más ameno que el de ahora por la N-III.
—Ya, pero con la autopista no se pasará por los lugares que usted añora.
—Pues se sale uno cuando se lo pida el cuerpo. ¿O no lo ve usted así?