García Martínez – 14 enero 2005
Esto es algo que hemos de hacerlo urgentemente. Porque, de lo contrario, los perjuicios que se ocasionen van a ser más que tremendos.
-Pero, hombre, ¿qué es lo que pasa?
No, no me venga el lector con qué es lo que pasa, ni otras gaitas. Si uno pide en los términos que lo estoy pidiendo que se cambie la norma o la costumbre, hay que ponerse de inmediato.
-Como el que se quita avispas del culo.
Algo así. Tenemos que, con motivo de la catástrofe del sureste asiático, ocasionada -no me cansaré de decirlo- por un maremoto, algunos líderes han ido a los países afectados. No lo veo mal. Incluso lo vería bien, si las cosas se hicieran de otra manera.
Está ocurriendo que los aviones que trasladan a estos mandatarios que digo, ocupan las pistas de los aeropuertos, dificultando el aterrizaje y despegue de los aparatos que transportan medicinas, víveres y demás. Digo y demás porque, si hiciéramos la lista pormenorizada de todo lo que necesitan -además de cariño, claro- ocuparíamos todas las páginas del periódico.
Es que son de lo que no hay. Digo los mandatarios dichosos. Entre el espacio material que ocupan con sus transportes, más el protocolo (que siempre lo hay), ponen en peligro lo fundamental: el buen fin de la ayuda humanitaria.
Y todo por hacerse la foto. Vamos a ver. No pido yo que, cuando aparezcan por allí estos personajes, se les arroje a las frenéticas aguas. Tampoco es eso. Pero, hoy por hoy, cuenta más y mejor un chusco o un frasco de penicilina que una docena de mandatarios de estos. Aunque se trate del secretario general de la ONU.
-¿Por qué tiene usted que meterse con todo? A la gente le agrada que la visite un jerarca.
Que sí, que sí, pero sin molestar. Cuando sucede lo que ha sucedido allí, hay que establecer las preferencias. Y estoy seguro que, en esa relación, los políticos no figurarían ni por la mitad. Probablemente estarían a la cola.
¿Acaso les tengo yo manía? No. Pero, para saber lo mal que está aquello, no hay que estudiar latín. Ayudemos sin interferir. Si hay que elegir entre un bombero y un jefe de Estado, me quedo con el bombero.
-Sin dudarlo.