García Martínez – 7 Febrero 2005

El bigotudo edil que responde por Sánchez Carrillo tiene la misma o más moral todavía que el Alcoyano. Cada vez que las cosas se ponen mal por aquí, nos recuerda -como acaba de hacerlo- que no está descartado poner un tranvía en la capital.
La otra noche me lo encontré -a él, no al tranvía- en mitad de la plaza de las Flores. Estaba como reflexionante. Y me dije: «¿Tate! Este tiene pensado que pase por aquí el tranvía».
-¿Por qué dice usted tate, que es una expresión muy antigua.
Pues porque hay que estar acorde con el propósito de darnos tranvía, que es también viejísimo.
Este proyecto me creo que responde a la idea de que, a falta de tren, bueno es tranvía. Lo del tren para Murcia está verde. Más aún que verde: está como las pobres alcachofas, que se han muerto de frío. Y, claro, así las cosas, de alguna forma hay que contentar al personal. Puesto que tener tranvía no depende -o eso me parece a mí- del Gobierno de Madrid…
-El Gobierno de Madrid mata a la Región y no apaga un candil, como dice el dicho.
Bueno, tampoco hay que pasarse. Eso es una exageración. Que te peguen desde la Corte una buena mano de leches, no ha de llevarte por fuerza al cementerio.
-Golpe a golpe.
Eso sí. Aquí nos puede pasar lo contrario que a los habitantes de Santa Marta. Acuérdese el lector cuando se manifestaba la gente, diciendo: «Santa Marta, Santa Marta tiene tren, Santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía». Lo que es ahora mismo no disponemos de una cosa, ni de la otra. Porque el tren que nos tienen dado se lo podían meter por donde les quepa. Y, en cuando al tren prometido, ya puedes echarle hilo a la birlocha.
Así, pues, vamos a dejarnos ya de pedir la Luna y seamos realistas. Si de una vez por todas nos sirve Sánchez Carrillo un tranvía, por lo menos tendremos la posibilidad de divertirnos, montando y desmontando. Ahora, sin embargo, es que no nos divertimos nada.
-Esto del tranvía parece lo del tren aéreo entre Murcia y Molina, que nos prometía Hernández Ros.
Ya, pero con las ruedas en la tierra. A mí, lo aéreo me da vértigo.