García Martínez – 15 Febrero 2005
Aquellas sí que eran buenas. Y no las de ahora, que me tienen a mí trabajando, malísimo como estoy. Se conoce que, a pesar de los pesares, la gente de hoy tiene un mayor sentido de la responsabilidad. Y cuando se le viene encima la gripe, en lugar de encamarla durante una semana, la liquida con cuarenta y ocho horas de reclusión menor.
-Bueno, mire usted, todavía quedan personas que disfrutan la gripe en forma de sufridas vacaciones.
No le diré que no, pero me creo que son ya las menos.
Las gripes de antaño te permitían hacer esas cosas que el follón de la vida diaria te impiden. De momento, te pasabas siete u ocho días sin ir al Cortinglés, lo cual ya es un descanso. Veías los programas esos de animales salvajes que te pone la tele a horas lectivas. Y quedabas perfectamente informado del número de linces que viven todavía en el coto famoso de Doñana.
En momentos de paroxismo gripal, hasta te atrevías con algo que nunca te atreviste: leer el editorial de un periódico. E incluso un libro (no muy gordo), poquico a poquico, entre temblores y sudores. Y otra oportunidad era la música, pero de la que llaman clásica, que no le interesa a nadie. Y el vaso de leche con algo de coñac y el acompañamiento de una magdalena esponjosa.
En los interregnos, cuando la fiebre se hacía dueña absoluta de la situación vital del enfermo, soñabas fresquísimas ascensiones a montañas nevadas. Y baños en cristalinos lagos. Y hasta lances de amor con la Sharon Stone de entonces, o sea Mariyn Monroe. Te imaginabas que, al entrarle el aire por debajo de las faldas, la Marilyn también agarraba la gripe y se te metía en la cama.
El orinal era un elemento importante en aquellas gripes del cuplé. Los higienitas dictaminan que su uso va contra la salud. Pero más contra la salud iba tener que salir al corral a mear, porque el váter cubierto sólo se fabricaba para ricos y los jefes del Movimiento.
El uso del bacín era toda una liturgia. Con sus ruidos diferentes, según estuviera más o menos lleno. Hoy me llena de esperanza que el Museo del Diseño de Londres ha sacado unos orinales de papel, de usar y tirar, como los clines. Reinvindiquemos la cultura de la gripe con orinal de quita y pon.