García Martínez – 28 Febrero 2005
Bueno, Dios sea loado, que ya volvieron, para bien de todos, las aguas a su cauce.
-Mal pueden volver al cauce, cuando no llegaron a salir. Sobre todo si hablamos del cauce catalano-aragonés.
Bien mirado, tiene razón el lector. Pero yo digo mal mirado. Y aludo a las aguas en sentido metafórico, entendiendo por tales el follón que teníamos liado desde que se cargaran el trasvase.
Tras la última visita a Murcia de la ministra Narbona, todo parece indicar que la paz regresa a nuestro espíritu. Y que el agua ha de llegarnos lo que se dice mansa. O en un ambiente manso. O para mansos.
Lo que ha pasado aquí -¿para qué nos vamos a andar con vaselinas?- es que a la fuerza ahorcan. Y que quien no se conforme será porque no quiera. En esto de la conformidad, el presidente Zapatero ha dado ejemplo. «Si no puedo hablar media hora con el jefe indio, buenos son diez segundos». Eso lo llaman posibilismo. Y en política todos los posibilismos son pocos. Tampoco me creo yo que una conversación de media hora entre mandatarios dé mucho más de sí que esos diez segundos.
Los políticos son tan volubles que no he de morirme sin ver a Zapatero en el rancho de Bush, asando búfalo en la barbacoa. Y se preguntarán el uno al otro lo que pregunta al cliente aquel morito que prepara pinchos en la madrileña plaza de Santa Ana: «¿Con alegría o sin alegría?». Es decir: ¿Con o sin picante? Y, en fin, ambos dos se tomarán la costilla con muchísima alegría.
Por lo tanto no conviene tampoco dramatizar. Que lo que hoy es blanco, mañana es colorao y aquí no ha pasado nada. Tenga usted en cuenta, caballero, que dentro de nada vamos a demostrar, en la propia España, cómo de un simple iraquí puede hacerse un iraquí policía. Este es el compromiso que hemos adquirido: participar en lo de Irak, pero jugando en nuestro propio campo.
Tengo, sin embargo, una inquietud: los que montaron la matanza del 11-M, ¿cómo se van a tomar esta colaboración española, que a nuestros gobernantes les parece descafeinada?
-No dé usted ideas.
No hace falta darlas. Ya los terroristas se encargan de tomarlas. Y hasta de inventarlas.
Cualquier excusa les vale.