García Martínez – 7 marzo 2005
Puede que hagan bonito, pero esos paneles luminosos que colgaron en las calles de la capital, ¿de qué aprovechan?
Mire usted: cuando una ciudad está colapsada…
-Pero de madrugada se circula bien.
Muy de madrugada. Decía que da lo mismo que el Ayuntamiento nos cuente que por aquí el tráfico es denso y por allí fluido. O al revés. Primero, porque lo de fluido casi nunca suele ser verdad, salvo en algunos días de agosto.
Y lo segundo, que esa información no te sirve de nada, porque generalmente no hay una vía alternativa. Aunque, vale, eso puede ser hasta discutible. Habrá conductores más preparados que yo, que se servirán del denso y del fluido para elegir otro camino más rápido y fácil.
Lo que pretendo con el sermón de hoy es anunciar que al túnel de la plaza de Castilla le han puesto en lo alto un letrero, igualmente luminoso, en el que podemos leer: «Abierto».
-¿Anda! Como en el túnel de Viella aquel de Lérida.
No son ganas de fastidiar, pero me da la impresión de que se han pasado un pelín. Si dijeras que, cada vez que nieva, los coches no pueden circular por el túnel… Pero lo cierto y verdad es que aquí no nieva nunca. Me refiero en la concreta plaza de Castilla. Fíjate que ni siquiera ahora, que está nevando en todas partes, se ha visto por allí un mal copo. Pero es que, por si acaso lo cerraran cada diez años (por una inundación o cosa así), ¿hace falta poner un luminoso fijo?
-A usted es que le gusta mucho criticar.
No, a mí me da lo mismo. Lo que sí pediría es que fuésemos justos, usando el mismo rasero con todos. Pues resulta que, viniendo hacia la capital, los conductores se topan con el «Abierto», pero no sucede lo mismo cuando lo que haces es salir de la capital. De salida no hay letrero. Yo no lo he visto, al menos.
Me digo: lo razonable será que, si esta cerrado en un sentido, lo esté también en el contrario.
-¿Y si hubieran inutilizado un solo carril del túnel?
No le entiendo. Bueno, mire, yo lo que digo es que, para una mierda de paso subterráneo que nos han hecho al cabo de los siglos, no hace falta ponerle tantas serpentinas.