García Martínez – 15 marzo 2005
Los políticos van por su propia acera. De modo que la Humanidad circula por aquí y ellos circulan por allá. Son la excepción. Pero no por eso se cortan. Su rollo es su rollo. Y si ese rollo queda fuera de la lógica, pues no pasa nada.
Un político no tiene que arrugarse, ni aunque lo contradiga la realidad, ni menos aún por lo que anuncien las encuestas. El ejemplo lo tenemos en María San Gil, candidata a lendakari -de todos los vascos y de todas las vascas- en las ya inmediatas elecciones.
Si no estoy mal informado, en los anteriores comicios el PP obtuvo allí más votos que el PSOE. Pero las encuestas de hoy mismo dan lo contrario: una diferencia notable a favor de los socialistas, en detrimento de los peperos. Mas eso no hará que María San Gil deje de echar las campanas al vuelo, cuando dice públicamente: «Quiero ser la lendakari de todos los vascos (y vascas), y que Pachi López sea mi vicelendakari». Me imagino cómo se le habrá quedado el cuerpo a ese último, después de escuchar a la adversaria.
Ahora me pregunto yo cuánto tiempo tardará Pachi López en manifestar: «Quiero ser el lendakari de todos los vascos (y vascas), y que María San Gil sea mi vicelendakari». Pero a lo mejor no lo dice, visto que la del PP ha dicho lo otro. ¿Me sigue el lector? Ahora, Pachi y sus asesores tendrán que calentarse la cabeza para encontrar una declaración/eslogan con la que aplastar a María. Y, mientras, los del PNV sin parar de reírse.
Los políticos son así. El propio Zapatero, hablando de cómo anda España, riza el rizo de esta manera: «De pasablemente bien, hemos pasado a razonablemente mejor».
Agárreme usted esa mosca por el rabo. De modo que saca uno el metro, la romana y todos los instrumentos de medir y de pesar, y no es nada fácil obtener conclusiones claras. Entre pasablemente bien y razonablemente mejor, sí parece que la balanza quiere inclinarse a favor de esto último. Pero, considerando que los políticos son gente maximalista, choca un poco esta sutilidad que se registra en la valoración de ambas situaciones.
-Lo de Zapatero significa que no digamos que digamos, pero tampoco digamos que no digamos.
Pues será eso.