García Martínez – 16 abril 2005
Lo primero que necesitamos saber es de quién son los mosquitos. De esa forma podremos pedir responsabilidades. En el reparto de competencias político/administrativas, unos llevan las cabras, otros los marranos, los de más allá las tortugas moras… Pero los mosquitos ¿quién los lleva?
No se piense el lector que, por ser un animal pequeño, no lo lleva nadie. El Estado sabe lo que se hace. Y tiene clara conciencia de que el mosquito es importante. Por hijoputa. El mosquito es, sencillamente, un hijoputa. Te pica y dice: «Ahora te jodes y te rascas». O sea que no tomemos la cosa a broma.
Fuentes Zorita, que gobierna la Confederación Hidrográfica, dice que suyos no son. Cámara, alcalde de Murcia, asegura lo mismo. Si fuera por razón de cercanía, tendríamos que concluir que los mosquitos son de Cámara, que es quien está más al lado de los fangos del río. Y del río en sí mismo, vaya. Fuentes Zorita no es que esté demasiado lejos, allí en la plaza de Fontes, donde los aparcamientos famosos, pero no queda tan cercano al problema como Cámara.
Como los mosquitos están al caer, no nos queda tiempo para que el asunto se trate en la Asamblea Regional. Aparte de que, allí, el camarada Cayetano (IU) pediría el indulto (para los bichos, claro). Por tanto, hay que actuar ya.
Tocante a la paternidad, alguien dirá que el delegado del Gobierno también tiene el quiosco a dos pasos del cauce. Pero, aunque no se ha manifestado, me temo que no esté dispuesto a reconocer parentesco ninguno con los mosquitos.
Modestamente -y pues que se trata de una emergencia- creo que deberían ejercitarse todos en un talante que les lleve a un consenso. Y con mucha solidaridad, dende luego. Uno para todos y todos para uno, como reza el lema de Los Tres Mosquiteros. Propongo que se dote a los políticos locales, sin excepciones, de aquellos aparatos de cuando Franco, con los que se disparaban ráfagas de flit a los mosquitos de la época.
Sería cosa de que se colocaran a la orillita del río y (todos juntos y en unión) accionasen la manivela del chisme con el mayor de los entusiasmos. Si esto no fuera suficiente, ya el delegado del Gobierno, que es don Ángel González, tendría la excusa perfecta para sacar a la calle a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.