García Martínez – 10 mayo 2005
No escribo mi expectación a humo de pajas. Esto fue que conocí a una señora muy mayor, la cual tenía una hija que se llamaba Expectación. A mí, que era todavía un niño, el nombrecico me resultaba chocante. Y también la manera -como expeditiva y marcando mucho las sílabas- con que la anciana se refería a su Expectación, diciendo ante quien quisiera oírla: «Mi-Ex-pec-ta-ción».
-¿Qué tontería!
Ya, pero la vida trae de todo. Después de eso, servidor…
-¿Se acuerda cuando se puso de moda decir: «Servidor de las monjas»?
Sí que me acuerdo, pero no sé a cuento de qué venía.
-Pues lo mismo que ahora lo de decirle a todo el mundo tío, aunque no sea tu tío ni por asomo.
Comentaba que servidor (de las monjas, si usted quiere), posteriormente a los alardes de la anciana, no se había topado con la palabra expectación, dicha o pensada con tanta solemnidad como la expresaba aquella buena mujer.
Hasta hoy. Expectación -pero expectación de la buena- es lo que se registra ahora mismo en Murcia (un poco menos en Yecla y Jumilla), a propósito de lo que se nos pudiera venir encima este verano. Un calorazo nunca igualado.
Hablan de hasta cinco o seis grados más que en la canícula pasada, que ya fue tan ardiente. Claro, esa enorme expectación -«mi-Ex-pec-ta-ción»- se fundamenta en que, si lo que se teme se produce, vamos listos.
Mire usted: yo planté un fresno -un arbolico ya crecido, ¿eh?- en recuerdo del escritor William Saroyan. Y el fuego ambiente que padecimos en el estío de 2004 lo achicharró. Pero, coño, que lo achicharró. También el calor me quemó un ejemplar de ficus arbusto. Pero lo del fresno… Hombre, lo del fresno no tiene perdón de Dios.
Todo eso significa que, si algo de lo que se anuncia sucediera este verano, cumpliéndose así las expectativas de la expectación -«mi-Ex-pec-ta-ción»-, no íbamos a necesitar ya trasvase ninguno, ni tren a Chinchilla, ni aeropuerto en Corvera, ni fumigación conta los mosquitos del río. ¿Por qué? Pues porque tendríamos que emigrar todos a Alaska antes de que llegue julio. O nos pasará lo que a mi pobre fresno.
El que avisa no es traidor