García Martínez – 20 mayo 2005
Veo bien (y sobre todo oportuno) que la Caixa haya traído a Murcia una exposición que se titula: «Atapuerca y la evolución humana. Cita con nuestros antepasados».
Y que lo vea así de bien -como, me supongo, el lector- es porque viene como anillo al dedo. Lo mismo a nosotros que a la situación política nacional y nacionalística de ahora mismo.
El Gobierno y la oposición están más a la greña, se dice, que nunca en la vida. Algunos creen que ya revolotea el terrible fantasma de las dos Españas. Eso me parece una exageración -o quiero que me parezca-, pues no es ahora cuando, si miramos la Historia más o menos reciente, han estado más enconadas las relaciones. Lo que ocurre es que esta vez, por lo que sea, se le está dando más bombo y platillo a la disidencia entre unos y otros.
-Entre PP y los demás.
Bueno, vale, como usted quiera. Pero sucede que los del PP no son cuatro gatos, vamos a reconocer las cosas.
Lo de Atapuerca lo traigo porque, a lo mejor, vamos a tener la oportunidad de conocer cómo eran antaño los políticos de hogaño.
A ver si pudiéramos saber de qué iba el Rajoy de aquel tiempo. Y quien dice el Rajoy, el Zapatero, el Durán, el Lleida, el Rovira, el Labordeta… En fin, un lote surtido.
La finalidad no es otra que compararlos con los actuales. Y, a partir de ahí, sacar conclusiones. A lo mejor nos encontramos con que aquellos atapuercos, con todo y ser «personas atrasadas», pues resulta que eran más inteligentes y más sensatas y menos egoístas que los sucesores que en este comienzo de siglo nos rigen.
De ser como me presumo, nuestros contemporáneos deberían ser los primeros en tomar nota de la manera de ser y actuar de esos ancestros. Para imitarlos. (Sin mirar la apariencia física, que desde nuestra perspectiva ha de parecernos tosca). Advirtamos -en el renovado Museo Arqueológico de la capital- cómo actuaron ellos en tesitura semejante a esta por la que pasan los políticos que he mencionado.
Porque yo no creo que el hombre de Atapuerca fuera tan burro como el del momento. O sea que, de Atapuerca, pero nada puercos.
Si comparamos, claro.