García Martínez – 5 junio 2005
En todo este cirio que se ha montado sobre si el Ayuntamiento de la capital debe o no construir aparcamientos en lo que se llama el casco más urbano -el casquico, vaya-, la razón la tienen los socialistas. Dicen ellos -los de aquí de la zona- que, si la gente tomara el autobús, otro gallo nos cantara. No habría que remover ni siquiera un capazo de tierra.
-Y luego está el nivel freático.
Eso ahora no es problema. Tenga usted en cuenta que, si otra cosa no, las ciencias han avanzado que es una barbaridad. Pero es que, aparte de eso, el subsuelo debe de andar también más seco que la pata de Perico.
-Menos donde el tunelillo de la plaza de Castilla.
Ya, pero eso está atado y bien atado. Pues, para cuando no se pudiera pasar, hay un luminoso excelente que pone: “Cerrado”.
-¿Y cuándo sí que se puede pasar?
Entonces: “Abierto”. Ya digo que no se les escapa nada. Nuestros socialistas locales hablan bien, pues, de acuerdo con su propia doctrina -me refiero a la antigua de ellos, o sea la de don Pablo-, el hombre debe agarrar, si puede, la utopía con las manos.
Preciosa pretensión. Quizás la única que merezca la pena. El problema es su imposibilidad. No hay forma de alcanzarla. Según esa teoría, tú puedes decir: “Lo que debió hacer Bush es no invadir Iraq”. ¿Ah¿ Eso es lo utópico, el ideal, la quimera. Claro, si no hubiese invadido… Pero es que invadió, invade e invadirá. Por eso tienes a la mitad de los Estados Unidos cantanto lo de la zarzuela: “Marine, tú partes muy lejos de aquí…”
-Qué tontería.
Bueno, sí. Aunque, para tonterías, la tele. De modo que, vale, tú llegas, te coges tu autobús y dejas el coche en casa. Cojonudo. Y si vienes de Librilla, o de donde sea, lo aparcas a diez kilómetros del centro, al sol y todo, tomas el autobús y, ¿hala!, al centro que te crió.
El planteamiento socialista es coherente. Está machihembrado -como escribe Umbral para llamar la atención- con su ideario, que es la utopía social.
Y digo social porque con ella se evita que unos tíos vayan en Mercedes y otros en un cochecillo asqueroso. O en bicicleta. Pero hay una dificultad: que a los aquí de Murcia no nos sale de los cojones subir al bus. Antonio Gutiérrez Vegara afirma que «los «gobernantes de la UE están obligados en la cumbre de los próximos días 16 y 17 a ofrecer una salida a la encrucijada en la que está el proceso de ratificación del Tratado constitucional tras los resultados de Francia y Holanda: no debe interrumpirse, pero tampoco puede continuar rutinariamente. (…) Es una coartada explicar el alcance del voto negativo como una reacción sólo a cuestiones de política nacional francesa u holandesa. (…) La demagogia de buena parte de los grupos opuestos al Tratado tendrá que contrarrestarse con un mayor esfuerzo de información objetiva y de debate abierto, pero los temores fundados de tanta gente no se vencerán sólo con discursos»