García Martínez – 20 junio 2005
No vamos a discutir. Más que nada, por la calor. Si se han empeñado en que se llame sostenible, pues, nada, no hay problema. Aunque, diccionario en mano, no me parece que sea la palabra del todo adecuada. Pero, en fin, la moda hace ley.
Se dice que algo es sostenible cuando, por muchos pescozones que tú le des, ese algo sigue conservando su integridad. Por lo menos, la imprescindible integridad, de manera que el daño que se le produzca al objeto no lo enferme.
Ahora se han empeñado los políticos, siquiera sea de boquilla, en que las actuaciones humanas mantengan el Planeta más o menos como estaba. O como debiera estar de acuerdo con los vientos que corren. Así, un trasvase de agua entre cuencas será sostenible, si no daña el medio ambiente más de lo razonable.
Lo veo bien, no sé el lector, que es muy suyo. Lo que pasa es que el sostenible de la derecha no coincide con el sostenible de la izquierda. Dicho de un modo burdo, los unos quieren ponerle a Murcia más ladrillo de la cuenta, lo cual irá en detrimento del paisaje, en tanto que los otros se quedan tan cortos que no hay forma de que las cosas se hagan como Dios y la lógica mandan.
Parece ser que, tal como anda el tema agrícola, y con las apetencias que muestran los extranjeros por venirse a vivir aquí, la Región tiene que cambiar (está cambiando ya) de rumbo.
Nacen, por aquí y por allá, los verdes campos del edén golfístico -de golf, no de golfo-, en torno a los cuales proliferan viviendas y servicios, como tiendas y hospitales. El gran problema es hasta dónde se puede llegar en ese desarrollo, para que el beneficio del conjunto sea mayor que el particularísimo.
Porque nos está ocurriendo como en los tratos en cualquier zoco moruno. Que la derecha se pasa y la izquierda (con los ecologistas) no llega. O esa es la impresión que dan. Eso al margen de que, cuando la oposición alcanza el poder, suele acabar haciendo lo mismo que antes criticaba.
Me creo que, considerando que el tema es vital para Murcia, no sería mucho pedirles que llegaran a un gran acuerdo, para que todo el mundo sepa a qué atenerse, sea quien sea el que tenga en cada cuatrienio la sartén por el mango.
Aunque parezca utopía