García Martínez – 27 julio 2005
Nada, que no. Ayer no pude dormir la siesta, pendiente como estaba de la salida del Discovery. Cuando por fin se disparó (o lo dispararon, que en esto nunca se sabe), eran ya las cinco menos cuarto, hora local. Y, a esas alturas de la tarde, el duro trabajo cotidiano estaba ya tocando diana.
Pues que a la siesta aludimos, un experto, Joaquín Durán, ha publicado en los medios que echarse la siesta encamado y por más de media hora, constituye disparate. Y califica la tal costumbre de disparatada, porque afecta negativamente al cuerpo y al espíritu.
Pues muy bien. Entremos en discusión. Mire usted: si de algo sabe este cronista es de siestas. En todo lo demás -como se demuestra cada día por lo que escribe- muéstrase siempre más que verde. El lector lo puede pillar en fallo flagrante, a poco que conozca (por profesión o por afición) el tema del que, con toda desenvoltura, se atreve a pontificar el periodista. Si soy tan sincero en aceptar mi ignorancia digamos general, es para que se vea que pongo la misma sinceridad cuando afirmo que, tocante a siestas, nadie me chupa la oreja. Vénganse hasta mí cien millones de expertos, que ni por esas me voy a desdecir.
Lo que este especialista llama siesta no es sino la manida cabezada en el sillón. Eso no es siesta. Y no me dejarán por embustero quienes la duermen de verdad, que son más de lo que parece.
La siesta auténtica, la que yo mismo gasto, tiene lugar en la cama, empijamado el sujeto y sin orinal debajo. Esto del orinal se suele decir para desprestigio del que bien la duerme. Pero el bacín no hace falta -ni ahora, ni nunca- si el sujeto acostumbra a desaguar antes de ponerse a dormirla. Al fin y al cabo, estamos hablando de una hora. Y en ese tiempo, los esfínteres permanecerán sin duda callados.
Uno lleva, desde su niñez -tan lejana- durmiendo una horica o más de siesta cada día que Dios amanece. Y, desde luego, sobre colchón, lo mismo en invierno que en verano. Hasta hoy no me he notado nada de lo que dice el especialista. Aún puedo aguantar, me creo, unos meses sin morirme. Y las dolencias que padezco más me vienen por dormir de menos que por dormir de más.
Caso de que el experto quiera disputa, no tiene mas que ponerlo en mi web.
(Hablo de la siesta murciana, ojo)