García Martínez – 06 septiembre 2005
La noticia ha pasado sin pena ninguna. Y, sin embargo, es algo tremendo. Se conoce que ya nos hemos hecho a todo. A los muertos por metralla cotidianos de Irak, a los muertos por hambre cotidianos en el que llaman Tercer Mundo. Ver los telediarios viene a ser como asomarse al Infierno por una ventanita.
Pero la vida sigue, como se suele decir. Pasa de todo, pero aquí no pasa nada. Digo aquí, donde uno está. Y, sin embargo, mira en Estados Unidos. Se le ocurre a Dios soplar y, sólo por eso, se derrumban tres estados. Por suerte, donde estamos nosotros no sucede nada de eso. Mueren unos cuantos en las carreteras, caen otros cuantos derribados por el terrorismo, pero hay que vivir, que son dos días.
-Compréndalo, maestro. Es que, si bien lo miras, son dos días de verdad.
Pues qué bien. La noticia esa que decía apenas si ha aparecido en los medios. Es la que cuenta que, en las costas del Yemen, los patronos de dos embarcaciones han arrojado al mar a treinta y cinco somalíes, la mayoría mujeres y niños. Sencillamente, les han dado un empujón y los han mandado a una muerte cierta.
¿Y qué? ¿Se conmueven las esferas de nuestro civilizado mundo? Pues no. Ni las esferas, ni el gato.
Se dice muy pronto. Coges a la mujer somalí, la echas al agua y, en cuanto que empieza a ahogarse, le mandas por los aires a su bebé somalí… para que no se muera ella sola, la pobrecica. ¿Olé con olé! Que viva España, que viva la Europa primermundista y que viva la ONU. ¿Ah, la ONU! Pandilla de hipócritas que, sólo por disimular, ponen de jefe a un negro.
Claro, tú, que no tienes culpa de nada -¿o sí tienes?- estás con la familia en los Huertos del Malecón.
-Hombre. ¿Qué quiere que haga? Uno trabaja para la hipoteca, y para ir al supermercado, y para dar de comer a los chiquillos. Si no vas a tener derecho a tomarte un par de morcillas…
La verdad es que sí que lo tiene. ¿No ha de tenerlo? La vida aprieta. En cuanto a los somalíes, ¿qué puedes hacer tú desde aquí, desde el Malecón de Murcia? Como no sea ponerte colorado.
Eso es lo que digo. Que, si otra cosa no, sintamos vergüenza y nos pongamos colorados. Pero es que ni eso