García Martínez – 25 septiembre 2005
Al neumococo no hay que perderlo de vista. Esto se lo digo al lector por el mucho aprecio que le tengo. Que es el mismo que, bien mirado, nos tiene la señora Consejera de Sanidad. Pues ha sido ella en carne mortal la que me ha remitido una misiva, para ponerme en aviso acerca del llamado neumococo.
-Y el neumococo, ¿qué diablos es?
Una cosa muy mala, que te puede producir, principalmente a los viejos, pulmonías, infecciones en la sangre y hasta meningitis.
La Herranz, como digo, ha enviado cartas, invitándonos a que nos vacunemos no sólo contra la gripe, sino también contra el malvado neumococo.
-Entonces, si moqueas es porque tienes el neumococo dentro, ¿no?
No, señora. Lo que usted dice es un resfriao. A ver si estamos en lo que estamos. La vacuna del neumococo no es como la de la gripe, que te la tienes que pinchar todos los años. Tú te atizas la del neumococo al mismo tiempo que la gripal, y ya estás protegido para mucho tiempo.
-Claro, la Consejera lo que anda buscando es ahorrar dinero en medicinas.
Pero, bueno, eso es legítimo. Ella va por atún y a ver al duque. Y yo, la verdad, veo bien que haya tenido el detalle de escribirnos para facilitarnos las cosas. Además, la vacuna es gratuita.
-¿La del neumococo también?
La del neumococo también. Usted llama al teléfono que se le indica en la carta y le dan fecha. Llega al sitio, se las ponen -¿las dos!- y se vuelve usted a su casa tan campante.
-Por cierto, me han dicho que la Consejera esta es de Moratalla.
Y no le han engañado a usted. Precisamente es el frío que hace en Moratalla -más que en La Ribera, por ejemplo- lo que aviva el interés de la señora por el neumococo.
Sólo habría un pero que hacerle. Resulta que la carta la ha dirigido a todos los que padecen sesenta y cinco o más años. Y, mira tú por dónde, me la ha mandado a mí también, cuando todo el mundo sabe que, en mi caso, esa edad queda todavía muy lejos.
-Usted está hecho un chiquillo.
Gracias. Tómese algo. De todas formas, como no quiero defraudarla, me voy a proteger del neumococo. Y el que se ría, que lo pague.