García Martínez – 28 septiembre 2005
A mi prolongado -y hasta la fecha inútil- lamento indio de amor, se unen ahora los empresarios. Gracias les sean dadas.
El lamento que digo se debe a la falta de entendimiento entre los socialistas y los populares… ¿aquí en Murcia! Ya no en Madrid, sino entre nosotros. A ver si fuera posible que los políticos murcianos tomaran conciencia de que somos y existimos, siquiera sea dentro de nuestras propias fronteras. Y allá los de la Corte con sus disputas, pues en eso poco podemos pintar los de provincias.
El empresariado que compone la CROEM -casi todo el empresariado regional, me creo yo- ha pedido a los del PP y a los del PSRM-PSOE que se arreglen, que se entiendan, que dialoguen y tengan la vista puesta, más que en lo partidario, en el bien común. Estamos ya hasta el gorro -los ciudadanos sensatos- de que anden continuamente a la greña, echándose en cara todas sus faltas y más. Eso, aparte de aburrir, resulta estéril para la buena marcha.
Dejen ya de ser miméticos con respecto a Madrid, hombre, por favor. Malo es que Zapatero y Rajoy mantengan un diálogo de sordos y se digan perro judío, con perdón de los judíos. Con su pan se lo coman.
Pero, entre nosotros, ya vale de querellas y pamplinas. Si para resolver cuestiones políticas tienen que echar mano de los jueces, están demostrando que no sirven para ejercer la función para la que fueron elegidos. Dialoguen, discutan, razonen, bajen de su burra, échense también los unos a los otros algunas chilindrinas -por ponerle una miaja de sal a la relación-, pero resuelvan. Logren alguna clase de consenso que nos permita recuperar la confianza en ustedes.
Avancen algo, aunque sea poco, pero no sigan por un camino que es callejón sin salida. No continúen dando la impresión de que son unos inútiles y que tantos esfuerzos por convivir y prosperar merecieron la pena.
Los empresarios saben bien que todo negocio se justifica por su rentabilidad. Y tienen muy claro que, en este negocio que es la política murciana, hay más rifirrafes que beneficios. El desencuentro que se observa entre populares y socialistas conduce a la esterilidad. Dan la impresión de ser políticos aún más yermos que Yerma.
Arréglense, tíos.