García Martínez – 24 octubre 2005
El PSOE murciano ha instalado lo que se dice una web, con el afán de que se regenere la vida pública. El tema no es nuevo en España. Como consecuencia de la crisis política de 1898 hubo un movimiento ideológico -nada que ver con el movimiento de cuando Franco-, con el que se pretendía reformar, principalmente, la enseñanza y la agricultura. Uno de sus miembros más preclaros fue un señor al que le llamaban Joaquín Costa.
Cuando hablamos de regenerar esto o lo otro, no nos referimos tanto a las cosas como a las personas. Las cosas no se regeneran solas. Son los humanos, con sus actuaciones vitales, quienes han de regenerarse.
De modo que los socialistas murcianos han decidido -y uno los aplaude- que se produzca un estímulo hacia la regeneración, mirando una ventanita que denominan web. La verdad es que vivimos un momento histórico en el que la regeneración, tal como está el patio, no puede ser más oportuna. Hasta el extremo de que podríamos salir a la calle gritando, además de “Agua para todos”, aquello de “Regenerarse o morir”.
-¿Pero qué es eso de regenerarse, si se puede saber?
La regeneración es la capacidad de los animales para renovar sus tejidos orgánicos y devolver su integridad a algunos de sus órganos. O sea, volverse auténtico. En definitiva, volverse bueno. Portarse bien, vaya.
Por lo mismo, esta idea que han tenido los socialistas, a mí no puede parecerme nada más que excelente. Ahora sólo falta tener claro quiénes se han de regenerar. Y ello para la buena marcha de la Región. Parece razonable que los primeros que han de regenerarse son aquellos que muestran algún interés por la regeneración. Aquellos que se han convencido de que ha llegado el momento de actuar. Por tanto, antes que nadie, son los patrocinadores de la web los que han de regenerarse.
A partir de ahí, con el ejemplo que ellos nos den, deberemos regenerarnos los demás. A mí no me sirve que los partidos políticos propugnen la regeneración para otros, si ellos no se han regenerado primero. Sea el PSOE, el PP o sea la madre que parió a Peneque. No vaya a ser que ahora se ponga de moda regenerar al prójimo, pero sin regenerarse uno a sí mismo. Así no vale.