García Martínez – 2 noviembre 2005
Pero qué salá y resalá es el agua salá. Esto es lo que canta la Narbona, con la lira entre las manos, tal como dicen que hacía Nerón mientras se quemaba Roma. Con la diferencia de que la letra de la canción de Nerón tenía que ver con todo, menos con el agua, tanto la dulce como la salá.
Se nos hace saber en estos días de muerte que las desaladoras…
-Vamos por partes. ¿Se dice desalinizadora o desaladora?
Mire usted: da igual. Porque, de una forma o de otra, el agua que salga del aparato será un treinta y ocho por ciento más cara.
-Ya, pero eso no es óbice para llevar la gramática como es debido.
Pues, mire, según el Diccionario, lo mismo significa desaladora que desalinizadora. Tanto si se trata de quitarle la sal al agua del mar como al bacalao. A mí me gusta más desalar. Primero, porque es palabra más corta y más fácil de pronunciar. Segundo, porque el bacalao me cae bien. Y tercero, porque desalar es también quitarle las alas a alguien.
-¿Y a quién se las quiere usted quitar?
Pues, hombre, a los que han tomado alas de más en el tema este de los trasvases: los Zapateros, los Barredas, los Carodes, las Narbonas y, en fin, todos aquellos a quienes nosotros mismos, en nuestra ingenuidad, les hemos dado alas votándolos para que gobiernen nuestras vidas y nuestras haciendas.
De manera que, si hay que desalar por narices, vamos a desalarlo todo: el agua marina, el bacalao y los políticos.
-¿Y cree usted que, si yo acudo con una bacalá a la desaladora de San Pedro del Pinatar, me la desalan?
Claro que sí. Siempre que no perjudiquemos la poseidonia, desde luego.
Los ciudadanos tendremos que decidir si, al precio que nos van a poner el agua, queremos que nos la manden a los grifos ya desalada o sin desalar. Lo digo porque hay muchísima gente mañosa que, a través del bricolage y tal, se la puede desalar en su propia casa.
-Siempre tendrá más garantías la que se desale uno mismo.
No le quepa duda. Eso es como las albóndigas. Por bueno y fiable que sea el restaurante, las albóndigas que con más tranquilidad se come uno son las que le hace su mujer.
-Eso no tiene vuelta de hoja.