García Martínez – 13 noviembre 2005
Bien mirada, la política puede ser entretenida como un tebeo. Unas veces son historias bélicas. Otras, pura risa. La cuestión es no pararse, traernos cada mañana algo nuevo, entretenido, risible y casi siempre lamentable. Al final va a resultar que lo que más nos distrae -y desde luego que por sus propios méritos- es la jodida política cotidiana.
Cuando ya parece que ha terminado el histriónico desfile, la política hace una pirueta y se inventa algo novedoso con lo que entretenernos. Lo último que cabe registrar es que, según fuentes de mucha solvencia, la presidenta de Madrid, Esperanza ¿por Dios! Aguirre, se perfila como la nueva líder máxima del Partido Popular. En detrimento, claro, del pobre Rajoy.
Estos días en que los presidentes autonómicos han debatido no se sabe bien qué asunto en el Senado, esta Esperanza que digo ha salido del armario, en el buen sentido, para mostrarse como la esperanza por antonomasia. El no va más de la esperanza. Para ello se ha servido de la táctica que está más en boga y que los medios informativos recogen con tanta fruición: darle caña a Zapatero. O sea, aún más caña, si pudiera ser, de la que le viene dando Rajoy.
«En esta vida -se conoce que se dice ella a sí misma- no te puedes quedar atrás». Si Rajoy pone el listón en cinco, ella lo tiene que subir a nueve. Al fin y al cabo, Zapatero ya se ha acostumbrado a recibir pescozones.
Como aquí el que no corre vuela, el mismo Zapatero le ha dado a la moza tratamiento de jefa de la oposición, con lo que, quieras que no, siembra la inquietud en las filas del PP. Al fin y a la postre es de lo que se trata.
Con eso se demuestra que Esperanza ¿por Dios! no sabe sólo bailar cha-cha-chá, sino que también le da a la cosa del liderazgo. No me imaginaba yo que se iba a destapar tan pronto. Se tenía, eso sí, una cierta idea sobre la ambición de esta muchacha, aristocrática y todo. Lo digo porque la dama es miembro del llamado Club Bilderberg, una especie de mafia política que pretende imponer, aunque con disimulo y en secreto, un nuevo orden mundial.
Mire el lector -si le he despertado su curiosidad- el libro titulado La verdadera historia del Club Bilderberg, de uno que le dicen Daniel Estulin.