García Martínez – 26 noviembre 2005
Llevamos ya un tiempo, aquí en Murcia, a vueltas con el ladrillo. Casi de la noche a la mañana -al menos en la apariencia- a un buen número de extranjeros le ha dado por vivir entre nosotros, pues el clima sí que lo tenemos mejor que en Zaragoza.
Y, nada, se ha montado la polémica, siendo los contendientes, como de costumbre, la derecha y la izquierda. Basta que unos digan blanco para que los otros respondan negro. La crispación, como la llaman.
El peligro de las disputas es que, al final, se quede la casa sin barrer. Entiendo por casa sin barrer -que diría Miguel Espinosa- que, a la postre, salga perjudicada la Región y, por lo mismo, todos nosotros. El encontronazo entre los dos partidos principales lo veo sencillamente irracional, pues no atienden a razones. Han convertido el medio en fin. Lo que importa es no entenderse. Y le diré a usted una cosa: el personal empieza a aburrirse. Si continúan así, a lo último no sabremos a quién votar. De tan hartos como nos tienen.
Digámoslo como para escolares. Se escoña, por circunstancias políticas, lo del Ebro, que era la gran esperanza. Por la avaricia de los intermediarios, una buena parte de la agricultura murciana ya no es rentable. El cosechero vende por debajo del costo. Hemos llegado a un punto en que, para que el melocotón de Fulano se venda medio bien, tiene que apedrear sobre el melocotón de Zutano. No me diga usted que no es triste.
Comoquiera que Dios, a veces, no nos asfixia del todo, crece la demanda de viviendas con su acompañamiento de campos de golf. Algunos, sobre todo desde fuera, ponen el grito en el cielo. Ven bien que en Valladolid haya campos de esos, pero que se construyan en Murcia constituye anatema.
Es verdad que el crecimiento urbanístico ha de hacerse sin echar a perder el paisaje. Y no es menos verdadero que, como dice Andrés del Campo, presidente de los regantes, «un regadío abandonado se convierte en desierto o en vertedero». Entonces, ¿qué?
Lo justo sería que el ladrillo rentable, los cultivos rentables y el medio ambiente rentable convivieran en santa paz. Pero los políticos están demostrando que no tienen ni puta idea. Y, si la tuvieren, son incapaces de aplicarla. Lo cual es todavía más grave.