García Martínez – 28 noviembre 2005

Algunas veces no acabo yo de entender a los ecologistas. Y mira que les tengo aprecio por su buena disposición para que tengamos un mundo limpio. Pero es que ahora salen con algo que se contradice absolutamente con su ideario. Claman los llamados Ecologistas en Acción: «No queremos que la Región sea un geriátrico para extranjeros».
Lo veo, primero de todo, una exageración. Vendrán extranjeros -algunos no tan viejos- a vivir aquí, pero jamás serán tantos que hagan de Murcia un gigantesco geriátrico. Pero es que, aunque así fuese -que no lo será-, los ecologistas, si son auténticos, deberían aceptar incluso con entusiasmo que estas personas se trasladen a Murcia de por vida. Es un derecho que les asiste. Y más aún si son ciudadanos de la Unión Europea. ¿Pero de qué estamos hablando? ¿Qué ecologismo es ese que se encariña -y muy bien que lo veo- con la tortuga mora y pretende que a los viejos (seres humanos como lo son todavía), si vienen de fuera, les den morcilla? Eso se llama xenofobia.
Esto es muy peligroso. Porque, claro, se inicia el holocausto con los ancianos que llegan del exterior y lo culminamos con nuestros mismísimos abuelos. Sería horroroso para quienes, por ley de vida, han alcanzado la jubilación. Desde luego, una jubilación nada jubilosa.
Convengo en que no hay que estropear el paisaje llenándolo de ladrillos. Pero un ladrillo no es lo mismo que un viejo, joder. Un viejo es alguien venerable, que desea pasar sus postreros días de la mejor manera. Y disfrutar de lo que en otro tiempo no disfrutó porque tenía que sacar adelante a la familia.
No creo yo que los ecologistas no tengan abuelos o padres ancianos que se sentirán humillados por esta aberración. Da lo mismo que esa larga nómina de ancianos -pues cada día se mueren más tarde, por fortuna- hable inglés, alemán o panocho. Todos irán a la tienda a comprar. Y con ello beneficiarán a los tenderos, si es que miramos la cosa desde un ángulo económico.
En este país nuestro somos muy propensos a salirnos de madre. Yo acepto al ecologista, cuando podría no aceptarlo, digo en su configuración actual. Y exijo que el ecologista nos acepte a los viejos que en el ancho mundo somos.
¿Pos pijo! ¿Estamos tontos o qué?