García Martínez – 1 diciembre 2005
Es una verdad incuestionable, como la llaman los eruditos, que los políticos (no así los militantes) del PP y del PSOE siempre se están peleando. No cejan ni un instante.
-Ya aburren incluso a la mismísima corte celestial.
Sí, porque, encima, las chilindrinas que se mandan los unos a los otros carecen de ingenio. Son torpones en la diatriba y, a la más mínima, se dan por insultados.
-Son la leche.
Sí que lo son. Pero le diré una cosa que he descubierto. Ya que se pelean sin remedio, obtengamos los paganos la parte buena de esa disputa. Digo el conocimiento de sus miserias, con el fin de votar en blanco en las próximas y ejercer ese derecho a lo impoluto de la papeleta con el debido fundamento.
-Está usted una miaja gilipollas hoy con el lenguaje.
Yo estaré gilipollas, no digo que no (y tampoco una miaja), pero el lector no se me ha levantado hoy de muy buen talante que digamos.
-Pues los socialistas lo tenemos todos levantado.
-¿El qué?
-El talante. ¿Qué si no?
Ya estamos otra vez enredados en los prolegómenos. De todas formas, estas como escaramuzas entre los lectores y el cronista son beneficiosas por esclarecedoras. Lo mismo que las de los políticos. Mas no para ellos -que se están cavando su tumba-, sino, como dije, para nosotros los administrados. Porque si ellos no sacaran de contino a relucir sus trapos sucios, la opinión pública no se enteraría de nada. Si quienes nos mandan (gobernando u oponiéndose) fuesen más amigos que cochinos, estaríamos engañados, creídos de que todo marcha como una seda.
Consideremos lo del ladrillo y sus especulaciones. A la postre, gracias a esas trifulcas, llegamos a la conclusión de que «si malo es mi Paquito, peor es mi Manuel». O sea, que todos cuecen habas. En mayor o menor medida, ambos partidos sopan en la gachamiga.
Comprendo que esto es deprimente para el común, pero sin embargo nos muestra la crudísima realidad. Así es que no son tan fieros como parecen los rifirrafes de nuestros mandatarios.
Lo que pasa es que, con el ejemplo que dan, pierden prestigio a chorros.