García Martínez – 8 diciembre 2005
Ni se lo imagina el lector cuánto peso me he quitado de encima. No es que haya perdido -ojalá quisiera Dios- los kilos que me sobran. Se trata de algo mucho más importante. Y es que Zapatero lo sabe.
Ignoraba hasta ayer si Zapatero lo sabía. Podíamos suponer que sí, que estaba al loro de la cosa. Pero la certeza, ¿cómo tenerla nadie? El interior de la persona es bastante complicado. Cada uno es cada uno. Y sólo la apariencia física y un poco la apariencia mental no lo dicen todo.
Hay que rascar en los entresijos. Pero yo no puedo rascarle a Zapatero, porque, bien mirado, no lo conozco de nada. Sé que una vez vino a Murcia y no tenía muy claro si el Ebro desembocaba en Reinosa o en el Mediterráneo.-Al Mediterráneo lo canta muy bien Serrat.
Ya, pero ahora estamos hablando de otra cosa. ¿Conoce Zapatero el fondo de la cuestión española? Este es el tema. Bueno, pues bien: por fin Zapatero nos ha hecho saber que lo sabe. Estas son sus palabras en el acto de homenaje a la Constitución: «Lo que nos están pidiendo los ciudadanos, más allá de las legítimas diferencias políticas, es volver a la política con mayúsculas».
¿Por fin, coño, sabemos que Zapatero lo sabe! Lo cual, por principio, es bueno. Si tú no te enteras de lo que de verdad apetece y exige el pueblo, entonces vas dado. Sólo estando enterado cabe la posibilidad de encontrar el camino.
Dicho lo dicho, conviene añadir en seguida que, si lo sabes, como ahora se demuestra, el colmo de la estulticia sería que no tomara las medidas más convenientes. Las que pide a gritos el ciudadano de a pie.
Aun cuando la ignorancia de la norma no exima de su cumplimiento, también es cierto que, si no la conoces, la responsabilidad por no cumplirla queda en cierto mono atenuada. Sensu contrario, si la conoces, tu responsabilidad será aún mayor.
Por tanto, después de haber sabido que Zapatero lo sabe, no tendría perdón de Dios (ni de la Historia) que este hombre no guiara sus pasos por el sendero correcto.
Política con mayúscula, sí señora. Lo mismico, lo mismico que reclama el pagano. Qué bueno que usted lo sepa, mi señor Zapatero. Y la oposición, tres cuartos de lo mismo.
Si es que lo sabe.