García Martínez – 3 enero 2005
El cronista será lo que sea, no voy a decir que no, pero lo cierto y verdad es que no elude ningún tema. Por espinoso que sea. Esta cualidad, caso de serlo, sí que habría que reconocérsela.
Hoy hablaremos de la croqueta para confirmar lo que digo más arriba. Débese ello a que, en una tertulia de Radio Nacional, se puso la croqueta encima de la mesa. Cada tertuliano la llamaba de una manera. Y los oyentes, tres cuartos de lo mismo. De forma que pude escuchar lo siguiente: cloqueta, crocleta, clocleta, crocreta… Hasta completar la lista de croquetas posibles.
Esto viene ocurriendo desde que me conozco. Se trata de una palabra que, de suyo, no da facilidades. Mi opinión es que, términos como ese, tan difíciles, deberían desaparecer del Diccionario. El lenguaje está para que nos entendamos de una manera sencilla, sin complicaciones expresivas. Y aunque ya digo que uno conoce la croqueta de toda la vida, resulta indudable que carece de tradición y prestigio.
Esto que digo lo digo amparándome en mis consultas eruditas. La croqueta -y mucho menos sus variantes- no viene recogida en el Diccionario de Autoridades, ni tampoco en el de Covarrubias. Lo cual no significa que a las autoridades y al propio Covarrubias no les agraden las croquetas. Una cosa es la dificultad para manifestarlas y otra comérselas. Esta es la cuestión.
Aparte de que tampoco hay que rasgarse las vestiduras por eliminar de nuestro uso un término que mueve a confusión. Menos aún después de la cantidad de palabras excelentes que hemos desechado para sustituirlas por extranjerismos. ¿Tendré que poner ejemplos?
Lo último que venimos padeciendo es resort, referido a los hoteles que ofrecen diversas prestaciones o están incorporados a una urbanización. Resulta que resort significa lugar de vacaciones. Y si echamos ya mano de la memoria anterior, ahí está el christma (tarjeta navideña), que no ha parado de dar la tabarra hasta entrar en nuestro Diccionario, bien que como voz inglesa.
Si hemos tragado tantísimo con tantísimas palabras, no veo la razón por la que no debamos quitarnos de encima siquiera una. Aparte de que la croqueta se hace con las sobras del día anterior, que esa es otra.