García Martínez – 14 diciembre 2005
Lo de que son las señoras quienes nos están dando sopas con hondas a los varones ya no admite discusión. La cosa de los porcentajes que corresponderían a hombres y mujeres en el ejercicio de, por ejemplo, la política está más que superada. Pues basta que una sola mujer -nada más que una- acceda a un puesto importante para que todo cambie a mejor.
-Hoy se ha levantado usted feminista, maestro.
No es eso. Simplemente, quiero hacer un reconocimiento de algo que está en el ambiente, como es que ellas lo hacen con más calidad que nosotros. Lo que sea. Incluso parir. Digo parir en el sentido de que no sólo dan a luz una criatura, sino también un proyecto, un encargo, una misión, en fin. La verdad es que, de siempre, mandaron mucho más de lo que ellas mismas daban a entender. Pues también desde las bambalinas se puede ejercer el poder. A lo mejor lo que ahora sucede es que actúan a pecho descubierto.
-Dirá a pechos.
No me sea grosero, caballero. El top o el no top tienen poco que ver aquí. Para bien entendernos, bajemos a la arena. En mi condición de visitador de la Asamblea Regional de Murcia, vengo observando un fenómeno curioso y al mismo tiempo alentador. Lo diré: dos señoras, dos, llevan palante al entero PSRM-PSOE murciano.
-¿Pare, pare! -se me dispara un conspicuo socialista-. Que los tíos también curramos
¿Ve usted? Están más que celosos por la competencia femenina. Lo cual confirma mi teoría. Yo no digo que los señores no aporten su varonil esfuerzo. Bien, vale. Ustedes, los machos, son estupendos. Pero sucede que la señora García Retegui y la señora Rosique llevan todo el tinglado a cuestas.
Eso es lo que percibe cualquiera que llegue y mire. ¿Quiénes copan, alternándose, la tribuna parlamentaria? ¿Quiénes se desojan estudiando expedientes y discursos? ¿Quiénes le echan al negocio más fervor y entusiasmo?
Y no sólo en la Asamblea. También fuera de ella.
-¿Fuera de ella? Y los camaradas Saura y Jara, ¿qué? ¿Son bacalao?
Mire: tocante a ellos, cada uno vale por uno. Pero es que estas dos fieras (en el buen sentido) valen por dos mil.