García Martínez – 4 diciembre 2005
He llegado a la conclusión, después de muchas horas velando, de que lo que tenemos que hacer aquí en Murcia es un mapa.
-¿Vaya, por Dios! A ver qué tontería se le ha ocurrido a usted esta mañana.
No empecemos, por favor. Que uno le roba horas y horas al reparador sueño, reflexionando acerca de lo que más interesa a murcianos y asimilados. No le diré al lector que me lo agradezca, pero al menos no me incordie.
Tal como se han puesto las cosas del ladrillo en la Región, la necesidad de confeccionar el mapa es ya ineludible. En el dicho mapa deberían aparecer, nítidamente perimetradas, dos partes. Una, coloreada en rojo ladrillo, los terrenos en los que se puede edificar, sin daño para nadie. Y otra, en verde yerba, las superficies intocables y, más aún, susceptibles de regenerarlas si fuera necesario. Así lograríamos que se acabaran lo mismo cazos que cazuelas. Y los ediles podrían dedicarse sin avaricias a aquello para lo que fueron votados.
-Eso está muy bien y todo lo que usted quiera. El problema es quién hace el mapa.
En eso, mira tú por dónde, tiene razón el lector. Ni que decir tiene que la confección del mapica no puede dejarse en manos de los políticos. Las razones son más que obvias. Aun cuando hubiera consenso entre los partidos principales.
-Que, a fin de cuentas, se llaman mortales.
Esa es otra. Si PP y PSOE alcanzaran un acuerdo sobre este particular, me temo que, conociéndolos, lo que harían es repartirse el pastel.
-Si quiere, en homenaje a ese pastel que nació en San Javier, a este del urbanismo lo llamaríamos también Cierva.
¿Coño! Hoy está el lector sembrao.
-Gracias, hombre.
Porque le diré una cosa: el urbanismo lo carga del Diablo. Por lo tanto, según deduzco, el confeccionador ideal del mapa se me ocurre que no podría ser otro que el mismo Dios. ¿No creó el mundo? Pues, muy bien, a la hora de recrearlo para el recreo de los humanos, nadie mejor que el Señor.
-Ya, pero tiene que prometernos que no echará mano -como capataz y tal- de Judas Iscariote.
Eso, desde de luego. Si interviene Judas Iscariote, estaremos otra vez en las mismas. Eso es de cajón.