García Martínez – 15 enero 1993
Ya no se puede negar –a estas alturas del culebrón-que Carlitos de Inglaterra esta hecho un burro. No me lo imaginaba tan apasionado, viéndole la cara, las orejas, y, en general, la pinta. Lo que ocurre es que la pasión no sabe de formas, ni de colores. Y, claro como todos –nobles y plebeyos-llevamos dentro nuestra particular cosita.
Se dice por ahí que -tanto si se divorcia de la Di como si no- este Carlitos ya no tocará trono. No sé yo. Hombre, en cierto modo se trata de un peligro público. Si algún día este muchacho ciñe corona y agarra cetro, esa fogosidad suya, que se le manifiesta incluso yendo en coche y teniendo a la moza en la distancia, puede ocasionar estragos. Ser monarca manda romana. Y, en esas circunstancias, ¿quién iba a ser la guapa que se negara a despreciar sus enloquecidos requiebros? Príncipe y todo, solo Dios sabe los destrozos que estará haciendo’ entre’ la servidumbre de la casa de su abuela, donde reside.
Otro impedimento para reinar es que la chica con la que podría casarse de segundas, tendría que llamarse Camila Sexta –como nuestro cantante de Alcoy, pero en hembra-, que sin duda daría lugar a pitorreo. Lo tiene difícil, aquí, el amigo. Lo que no comprendo cómo se pone tan calentonsi, como dicen no lleva nada debajo de la falda escocesa, y con el frio que hace en Inglaterra.
Quizás deberían mandarlo a Irak, para el desfogue.