García Martínez
Todavía no habían atacado los albañiles el que se llama bocado de las once, y ya andaban en fogosa disputa. Había dos líderes, defendiendo cada cual su particular postura. Y luego estaba la masa –no la de arena y cemento, sino la masa humana-, que apoyaba al uno o al otro. Considero cuando menos interesante saber de qué hablan los albañiles durante la faena. Sobre todo para los políticos y los sociólogos, pues, según cante el río, tendrán que levantar o romper diques.
No olvide el lector que estamos en fechas cercanas a las elecciones. Y que se da la circunstancia de que, pudieran producirse cambios de cierta trascendencia. Estar al loro sobre lo que preocupa a la población presenta ahora el mismo valor añadido que, bien usado, ayudará a dirigir la propaganda electoral en este o en aquel sentido.
¿De qué iba la polémica entre los albañiles? Unos sostenían que, lo mismo que el rey Juan Carlo en España, el presidente Clinton es, en los –estados Unidos, comandante en jefe de las fuerzas armadas. El otro grupo sin embargo, se negaba tozudamente a admitirlo. No había posibilidad de admitirlo entre ellos, hasta el punto de que cruzaron apuestas más allá de las diez mil pesetas por cabeza. Pero eso es lo de menos. Lo que importa es detectar cuál es, hoy, el estado de la opinión entre los votantes.