García Martinez
Las rencillas internas (lo de internas es un decir) del PSOE han alcanzado una tal cota, que a lo mejor lo conveniente es que el partido se divida en dos. La relación Guerra-Felipe ha degenerado en un matrimonio mal avenido. La fase en la que ahora se encuentra la antigua ataduraes ya la de tirarse los platos a la cabeza. En esa circunstancia, el divorcio parece inminente.
No debería movernos por sorpresa lo que les está pasando a los socialistas. Los tiempos que corren son propensos a las separaciones matrimoniales. La voz de la calle nos trae que hoy se ha separado Manuel y que ayer se separó Vicente. Es lo que se lleva. Y resulta natural que los partidos políticos no pueden sustraerse a la moda. Que uno recuerde, ya el PNV se partió en dos. En el caso de UCD lo que hubo fue nulidad matrimonial por yacimiento de divorcios políticos: el de los comunistas y los liberales, en Izquierda Unida; y el de los guerristas y los felipistas, en el PSOE. Claro que lo que les interesa a estos últimos no queda en la mera separación. Pretenden dar un paso más que uno de los cónyuges muerda el polvo y desaparezca del mapa.
¿Y qué podemos hacer nosotros, los que no pintamos, ni mandamos? Muy poco. Nosotros somos sus hijos, como si dijéramos. Y en esto de las separaciones (aunque se presuma de lo contrario) los hijos no contamos nada.