García Martinez – 1 marzo 1993
Los empresarios se han puesto muy agresivos con Felipe González y el hombre ha tenido que contemporizar, pues, lo mismo que aquel de la copla, él tiene entre dos amores (los sindicatos y la patronal) su corazón repartío. Se conoce que esta vez se ha puesto nervioso, ya que ha dicho algo muy raro:”Hay que mantener la calma y apretar todos el hombro”. Lo de mantener la calma está claro: se trata de no exaltarse, de ser reflexivo. Pero lo de apretar el hombro …¿Qué quiere decir con eso?
Llevo desde ayer queriendo apretar el hombro y nada, no hay medio humano. Moverlo, lo muevo. Incluso soy capaz de contraerlo un poco. Pero apretarlo, chico, no puedo. A mí me gusta, como buen ciudadano, cumplir lo que propone el presidente del Gobierno, pues para algo lo han votado un montón de amigos míos. Lo que pasa es que, en esta ocasión, no veo el modo de atender su ruego. ¿Será acaso que soy más torpe que los demás?
He hecho la prueba con otros. A ver: “Aprieta el hombro, macho” -les he pedido. Y ellos tampoco. Yo creo que esta vez Felipe nos está requiriendo un imposible. Supongo que alguna gente muy cercana a él, como Narciso Serra, o como el de Exteriores (que no me acuerdo ahora mismo como se llama), serán capaces de coger el hombro y apretarlo. Por algo son ministros y personas de su confianza.
Pero los demás, francamente …A ver, usted, lector: “Apriete el hombro. ¿Puede? ¿Ve como no?”.